lunes, 28 de diciembre de 2015

Diciembre

Amor, diciembre va cerrando su perfume y lo escancia con el tiempo. El tiempo me sabe a corazón envuelto en rosas, a sangre verdadera.
Amor, en mi sangre te deslizas, en mi sangre adoras a quien fue el portador de las iluminaciones, a quien el primer Dios envolvió en membranas y cegó, por entregarse con el fuego de los hombres.
Me entregó el fuego y lo puse en una antorcha. Enceré la vela y lo puse en una llama. Cociné y lo escondí dentro de un horno, e hice pan y te di una hoguera consagrada.
Amor, el pulso es lento, gira y se traslada. Es promesa y agravio, y en la humillación del dolor se me enamora, se me va detrás de los relojes, los detiene, se para en la arena, y la contiene.
Amor, hay un inventario en el agua que me crece, un juego de luz, tenebrosidades aprendidas en el hogar de la costumbre, un rito iniciático de chimeneas encendidas, de carbones apagados, de leña y de brocales de la leña, donde las ramas se quiebran, y quebradas dejan tras de sí el polvo estelar con un rastro de ceniza.

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