Amor, en esta mañana en la que el cielo se desprende de tus ojos, en esos ramos que me das de miradas florecidas, te amo, te amo entre los estertores del volcán, entre la lava que vomita y soy yo misma ese fuego que se arrastra por los campos y todo lo llena con el barro.
Soy ese agua y esa tierra que se ofrece al palpitar que arde, el fuego que en incandescencia se convierte, el milagro que mira en derredor y construye un árbol de ceniza.
Amor, en esta muerte en que vivimos cada día, en este declinar lento entre las hojas, me miro en este amor que te concierne, porque es tuyo, y saluda y ve crecer las mariposas en el lazo más puro de las rosas que te entregué hace mucho tiempo y que se preñó en la jungla de los besos.
Mi amor, las amapolas me siguen suspirando entre las piernas, entre los pechos que tu semen endurece, y en las guaridas me entregan tu nombre, y yo te otorgo mi amor en el silencio.
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