Amor, qué hay en mis lágrimas que muere después de haber llorado, qué pájaros vendrán por la ventana para decirme que me quieres, y en sus alas traerán el tatuaje de un corazón atravesado.
Amor, te llevo en las ingles, te llevo en la materia de que están hecha los besos, un poco de brisa y una pizca de agua, y el roce de los labios.
Soy amarilla como un poco de hojarasca. Se me quiebran los lunares. Se me rompen los deseos. En mí finalizan los umbrales de la desesperación.
Los árboles lloran el otoño. Tristes, se inundan de rocío. Hay un mar a sus espaldas que crece en su oleaje por la espuma. Lágrimas de mar que impregnan el aire con reflejos de sol amurallado.
Amor, me vistes con tu llanto, con la escarcha de tus lágrimas. Me miro cuando lloras en el agua que destilas en los ojos, y veo cómo arraigo en esa tierra que me diste, en esa frondosidad en la que el alma se contempla y en sí misma es, como son los bosques y los prados donde bebo del caudal del aire que respira entre los márgenes.
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