Amor, en los árboles se esconden los designios de los nidos, ramas altas de hondo transpirar, luciérnagas que callan y sólo se iluminan cuando la noche cae junto a los pétalos.
En esos nidos ocultos hay hojas que cayeron y que el viento transportó con su sonrisa, y los pájaros se comen la hojarasca, la devoran, para devolverme esos besos que te llevaste contigo y me ofreciste con tu huida.
Amor de sangre enorme, amor que abrazas las raíces de las enredaderas, que ves cómo las hiedras te cobijan, y a su sombra te tiendes, yaces junto a mí, y desvaneces el tiempo con sus horas.
Amor largo, tienes en los cabellos un fluir, un perfume rubio, un aroma silencioso. Amo en ti la primavera, ese germinar que es del invierno y que lleva hasta tus ojos.
Niño blanco, qué dura es la derrota, qué duro es cuando la muerte viene a golpear en la morada, cuando Pegaso pierde el vuelo y el Fénix es cenizas, cuando parece que la oscuridad llega y se nos muere y tras ella sólo hay un negro más negro todavía.
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