Amor, tu sangre es mi camino. Arderá el monte el día en que regreses, las cimas se deshelarán y a cielo raso caerán los ángeles con la mecha hidratada por la cera.
Amor, descubres en mis ojos como el velo se parece al pelaje del armiño, como el blanco se oscurece cuando el suelo se llena de mandrágoras, y la mirada se me tiñe de azul, como tus ojos.
En qué estuarios me perdí cuando ya no me llamabas, qué cunas visité buscando tus pupilas, qué lejos derramaste el agua en que los cisnes bailaron al morir.
Amor de grandes dunas y de estepas, ¿ves cómo el beso que me das se me enamora y no quiero otro beso que tus labios?
¿Ves cómo la luna se aposenta entre mis dedos, en los huecos de mis manos?
¿Sientes cómo se inmiscuye el amor entre las huellas que orientan el poniente?
Cómo mi corazón es de escarcha y la sangre se me calienta al respirar el rastro de tus venas.
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