Amor, me tiendes tus sandalias. Me hueles en este aroma que se desprende de las ingles cuando, después de amar, se parecen a las nubes.
Amor, en la boca llevo la fermentación de tu estirpe, el deseo más enloquecido de tenerte junto a mí para que tu alma repose entre los fieles, entre los santos, entre los que dieron la luz para que la luz iluminase a todas las flores entregadas.
Amor de poso leve, amor infinito en su complacencia de amar, abre las crisálidas, renace en el mismo amor que te acompaña.
Brisa que besas el mismo caminar, que te pierdes en la ruta y te encuentras en el mismo centro del corazón, reza por nosotros. Sendero de orquídeas, en este solsticio el sol saluda la intemperie.
Amor que calla y que se encarna en el silencio, recoge las aguas que el río removió y llevó hasta su seno, hasta las piedras más recónditas, hasta las lilas escondidas, y en los lugares sagrados tomó la forma del Nombre.
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