Amor, hay un extraño encantamiento en esa luz que va encorvándose, que silente va surgiendo, y como las alas del murciélago la noche va extendiéndose a través de las estrellas.
Amor, en este desvarío diminuto en que los ángeles son visibles, hay un espolvorear de astros en el cielo. Como partículas pequeñas los vemos renacer y en esa madrugada que nos viene se acumulan como hiedras.
Amor, el silencio de tus labios es el acento con que los árboles se besan. Cómo las ramas y las hojas se florecen.
En esos intervalos en que el tiempo fluye, hay una distancia abrasadora, un largo recoveco de caminos con una sola encrucijada.
Amor, me traes la brisa de los prados donde los pétalos permanecen, donde esperan amanecer la primavera cuando los trigales se eleven para la mayor gloria y alabanza, en un sacrificio bendito de la tierra.
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