Amor, qué nombre tienen las espinas de las rosas, cómo deambula el amor entre rosarios, qué adalid nos inunda de crisálidas, con qué color más puro llegan las mariposas.
Amor, en el curso de este día del solsticio se desangran mis aguas junto a ti y te corono con el fuego, con el millar de abejas que vienen a besarme.
En esta espera fluye el deseo como unas abluciones. Limpia, me ofrezco al canto de la lluvia, al roce de ese viento que trae la tormenta, y la perdona.
Entre pétalos y esperanza viene la ceniza. Un día moriré y entre tus brazos llegaré a la redención. La muerte llevará un ramo de amapolas y yo te daré sus llamas con mis besos.
Amor, traes los sueños de esa primavera, de la ternura que vendrá y de esas fuentes que van surgiendo poco a poco del fondo mismo de los manantiales.
Amor, me cuenta una leyenda que vendrás, que oscurecidos mis labios y mis ojos serás la luz que me quitaron, el sello de unas manos que esculpirán el amor en las fraguas más recónditas de la claridad.
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