Amor, comulgo con tu semen. Tu esperma es el nido en el que busco el pico de esos pájaros que se fueron y que nunca volverán a yacer en nuestro lecho.
Amor, en esas ramas donde vive la nieve, habita el espíritu del agua, y del agua nació el deseo, un deseo de cuerpo y alma.
Amor, cuando la sombra viene es tardía, como tarde llegó este invierno, y se demora.
Amor, en estas flores que están a punto de nacer residen tus ingles y las mías, se acunan nuestros sueños de mecer la carne en otra carne que ya no es distinta.
Amor, en este día que se corona de laurel, te espero en los trigales, en los sembrados de amapolas, en la hierba que desata su fulgor entre las nubes más bajas de la lluvia.
Amor, en mí palpita el nacimiento, en mí el anhelo se convierte en esa luz primera que alumbró nuestro destino. Y en este origen, en esta llamada en que se abre la profundidad del cielo, te doy las estrellas de mis ojos, mi mirar alucinado, la hondura de mi cuerpo y su latido.
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