Amor, en tus palpitaciones encuentro los caminos para llegar a ese mar imaginario que se abre frente a mí, que en sus profundidades esconde el latido de mi propio corazón.
Amor, te di mi corazón, te di mi sangre, te di la cruz, te di todo el fuego, todo el agua, te di quién soy y quién seré. Por ti soy y a ti te amo.
Amor inmarcesible en las palabras, enredadera del verbo, fluyes como las noches arraigadas, como las raíces que beben el esperma de las flores.
Mi Amado, vendrás en las ventiscas y tus besos serán mis redenciones. Serás mis vides, mis racimos, el poso de ese vino que se espesa en el lagar, y que emborracha.
Mi hombre, me asombra el deseo que me crece, que se eleva y que desciende por desiertos y por simas, del que brota el agua que me vive, del que la lluvia atesora su mirada.
Amor, en este tiempo la noche nos da su dádiva, nos entrega su silencio, las horas se inmiscuyen en los sueños, y en los sueños se guarecen las palabras.
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