Amor, en esta noche nace el año. Entre bambúes se filtra el devenir oscuro de los tótems, de ese declinar cuando las sombras se introducen en el día, cuando enero enhebra su dedal y vainica los picos estelares.
Amor, en este cruce de silencios miro cómo los brotes renacidos se me ponen en la piel, cómo la presencia del alma de las rosas me florece, cómo se abren las ventanas de la escarcha entre los dedos que quieren llegar hasta tu cuerpo, y contemplarlo.
Quiero mirarte con mis manos, llegar a las minas más funestas, más profundas y de allí regresar a la quimera y creer que en el amor me correspondes, que eres el único, el más Amado, el mayor de mis sueños, la más grande de mis perfecciones.
Amor, las soledades se derraman en la nieve. Aquí el mar late en su orilla, descansando. Todo se repliega hasta su origen y oigo cómo las cigüeñas quieren regresar al campanario, para adornarlo con plumas, y besarlo.
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