Amor, las flores vienen a buscarme. Son manojos de luz entristecida, pasiones que derraman la savia de los pájaros.
Hay lunares en sus pétalos, marcas que se dejaron con los besos, fulguraciones de corazón entre sus hojas, diminutas heridas en la levedad de su piel, y una mirada quieta.
Amor, en las raíces la resina me comprende. Sabe de este sentir iluminado por el acontecer de las estrellas.
En los ojos se abren los ojos de la lluvia, que derrama sus gotas por igual entre los hombres, que te moja y te humedece en el mismo lugar donde el amor puso su nombre, y extinguió el abecedario.
Amor, me cuestan las palabras. Te extiendes más alto que la luna, y eres más firme que la sangre.
En ti soy lo más hondo de la cueva, el insomnio que acusa la distancia, el espacio donde la espada se clavó, entre rosas y esmeraldas.
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