jueves, 14 de enero de 2016

Inundas la savia

Amor, inundas la savia con tu semen. En tus rodillas veo el camino de la redención. Palpita en mí la sangre del Cordero.
Amor, entre espejismos vi tus ojos, en tus ojos la luz me renació, y al mirarte se aclaraba la blancura.
Era más blanca todavía que lo blanco, era blanca la sombra oscurecida, era como un sol a medianoche, iluminando la misma madrugada.
Con paso incierto las palabras me abandonan y escribo mi memoria. Escribo el recuerdo de ese alba que me latió por vez primera, cuando la sangre se iniciaba en su latido, cuando el hambre devoró todo tu cuerpo, cuando en ti divisé la figura de un Dios que creaba entre quimeras el mismo corazón que te late entre las piernas.
De ti llegó el amor, y en ti fui, en mí se unieron los cielos y la tierra, en mí los árboles empezaron a crecer y las flores fueron el alma de los ángeles, el alma de las mariposas que vislumbraban la divinidad.

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