Amor, qué oscuros son los días del invierno, cuando casi crujen esas horas que vienen despacio, y son más lentas por sombrías, cómo las calles quedan húmedas, como si Dios las bendijera con sus lágrimas.
Amor, en estos días que han venido y que relucen hay un beso guardado para ti, un árbol blanco con manzanas, una espiral que esconde confesiones, secretos musitados e inaudibles.
En mi deseo se oculta la mirada. En mi cuerpo viven los enigmas de una sed insobornable.
Acallo las voces, las silencio. Sólo escucho la voz que repite tu nombre, hasta convertirse en blasfemia.
Amor, en tus labios veo cómo se dibuja la esperanza más sublime, el ansia más hermosa. Cómo el arpa no deja de tocar, cómo el violín se va desvaneciendo.
Amor, me has dado la memoria vaciando mis recuerdos, has derretido el sufrimiento con tus ojos, y has volcado en este corazón el mundo de los sueños que se cumplen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario