Amor, en esta luz me sobrepasas. Cuando me iluminas persigo las estrellas. Cuando te enciendes busco los fulgores. Cuando me quemas ardo en las brasas que me anidan y anochecen.
En ti, soy luna y llego hasta los cielos. En ti soy bucanera de las imposibilidades, de las calaveras que enarbolo, de los esqueletos que entierras bajo el mar con tus zapatos.
Amor que acompañas las velas que anuncian el deseo, que son deseo librado al viento que estremece sus colores, dime si en esas telas se resume todo aquello que te di y que ya es tuyo, como mías son tus oraciones.
Amor, cómo me transitas. Recoges la madrugada, y me das un ramo negro, magnolias oscuras para eternizar el alma desprovista de lo blanco.
Así, desposeída, me cubres con el agua que sobró, la que los árboles no bebieron, y que se quedó en los abrevaderos con los pájaros que dejaron de volar para imbuirse de la hermosura que se desprendía de tus ojos.
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