Amor, te diría amor constantemente, como en una caminata, como ir en bicicleta, como coger las fresas cuando despunta abril y mayo avanza hasta ser junio, y junio se prolonga. Ahora, que estamos en noviembre, viene la lluvia y el calor no quiere irse. El frío avanza poco a poco en esta ciudad mediterránea, donde el amor vive, y es latente.
Mi corazón es como un ramo de amapolas. Y ahora, que la flores se adormecen, vivo en un ramo de blancura, en esas margaritas que compré para mis muertos.
Amor, tú siempre estás. Siempre me vives, me rodeas, me incitas y me pierdes. Como un gorrión picas en los cristales, te abro y vienes, y me llegas, me amas y te deseo más que a ningún jarrón de oro, más que a la belleza de la selva. Más bellos son tus ojos.
Tu piel es mi regalo, mis besos son tu ofrenda. Mi pelo que cae es el abismo que incita a la caída, tu pelo rubio es el anzuelo que me prende entre las ingles, en mis muslos sabios, que conocen tus ingles y que hablan, y platicando te aman honrando la memoria del amor primero.
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