Amor, me fascinaste. Me miré en tus ojos, y vi en ellos la madrastra, la madre, la hermana, la tía, la hija, la amante. Vi la amiga, la que calza tus zapatos, la que huele masculina por haberse pegado a ti, la que huele a humo y a cenizas.
Amor, qué cualidad tiene la sombra que al venir no apaga nuestro lecho. Lo acaricia, lo llena de negrura, y entre las sábanas me deslizo y aún no estás. Me abrazo y me digo que eres tú, que son tus besos los que doy en la almohada, que es tu semen el que profundiza en mis brocales, y el agua de mis ingles es para ti, para que engendres un hijo de la noche.
Amor, mis pestañas tienen sed. Anhelo en ti la lluvia de las flores, las que se desatan en mi vientre y te desean con un fulgor amanecido.
¿Qué haré cuándo no crezcan más las margaritas? ¿Qué ramo de novia me pondré que te recuerde? ¿Adónde iré con este amor estremecido? Amor, dame un poquito de ternura, llévame contigo al sufrimiento, gime con las notas de la flauta y de la aurora.
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