Amor, hay un cielo azul que se desploma, que hierve con los pájaros. Es un cielo rural de las palomas, que sobrevuelan las calles donde hallan sus picos y sus ojos.
Allí donde te miro, miro un deslizarse las secuoyas desde lo alto de sus hojas hasta el suelo, donde se mitigan sus colores.
Amor, en esta noche cruda donde las estrellas han dejado de latir, se sobreentiende el Nombre que da origen a las cosas, se entrevé en la tiniebla unos inicios de una vorágine oscura, que nos envuelve en sus alas ardientes.
Me lavo en la negrura de las rosas, y en su limbo, que tiene el negro del infierno, me coloco una coraza hecha de los graznidos de los cuervos para que la muerte encuentre mi sonrisa, con los labios humedecidos para el beso.
Amor, que en las luces nocturnas me descubres, me quitas ese velo que trasciende todas las palabras, y me ves la sangre que circula entre los pechos.
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