martes, 17 de noviembre de 2015

En este nombre

Amor, en este nombre me nacen las crisálidas. Me nacen pequeñitas por la noche cuando sueñas con los pájaros, cuando sueñas con sus alas, y en esas alas ves las mariposas.
Amor, que dejas atrás los puentes inexactos que cruzan por los ríos, por las travesías de los ríos, por el lecho rocoso donde el agua se te olvida, el agua que recojo por los dos, el que te guardo en el cesto donde las gotas se acumulan.
Quiero nadar por los afluentes de tu cuerpo, por las avenidas de tu carne, cruzar por los peldaños de tus piernas y besarte el cuello blanco, de niño rubio y melodioso.
Amor, qué invasiones me preparas a la vuelta, qué guerras me traerás con tu regreso en esos ojos que me quieren ver desnuda.
Amor, siembro miradas. Las dejo caer como semillas, y las riego con las lágrimas. Estarán ahí en la primavera, cuando el sol renazca poco a poco en su desvelo, cuando las flores empiecen tras su ocaso a revelarse como puntitos de la tierra.

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