Amor, vienes de noche. Eres la luna que me mira desde el cielo, el pecio derrotado, el naufragio que vislumbro frente a mí, la quilla que me lleva hacia donde el nombre de Dios no se toma en vano.
Las auroras boreales nos esperan. Me las llevaré dentro de un cántaro y serán mías, y en mis visiones te amaré como nunca nadie te ha amado, con un amor incestuoso.
Con un amor incestuoso te amaré. Seré Fedra. Seré la que no quiso un hijo y tomó un amante como hijo, y me follarás y al follarme seré madre del hombre que me folla.
Acurrúcate a mi lado. Lámeme. Sé el fuego de mis ojos, la luz de mis espaldas, la negrura de mi culo.
Amor, en este hilvanar de penumbras, en estos vasos que se rompen al azar, dime si las palabras me contienen, dime si los corazones laten por el mismo corazón, si no respiran en el agua a los arcángeles que vienen por nosotros. Si ellos son los mismos que nos dieron las espadas para que pudiéramos alcanzar el fuego de los cielos.
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