Amor, qué fuerzas me diste, qué potencia hay en mí que se mantiene al filo de la noche, cómo se engarzan los ecos que subsisten cuando la aurora reza por nosotros.
Amor, qué maravillas nos trae la mañana, cuando yace el sueño en nuestro lecho y el sol nos inunda de zapatos.
Amor, hay una arcilla que se nos pega entre las uñas, un idioma que se inventa nuestras sábanas, un delirio de día que invade los espectros.
Qué tentaciones me suceden a tu lado, como si quisieses que me elevase junto a ti en las praderas de azucenas.
Qué ternura me enseñaste con tus ojos de miel, y asustadizos, con la mecha encendida de un pajar que nos vio entrar en las estancias.
Amor, dime si en los pechos guardo un espejismo para ti, para ponértelo en la boca y que ese beso que me das sea el beso donde la memoria se aposenta y ama.
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