Amor, hay un punto que vence en la penumbra. Es de algas y de mundo subterráneo. Vierte la sal y la conserva entre los adalides, entre las cruces que se levantan frente al sol.
Amor, dime si me amas con un amor suicida, dime si mi corazón te llena por las noches de alas y de vuelos de murciélagos, dime si en la negrura puedes habitar tus nidos escarlatas.
Amor, hay un agujero en medio de la sombra. Es todavía más oscuro, y en él podemos ver en toda su pureza a la tiniebla, ese negro prístino que se envuelve en la soledad más abstracta del mundo.
Amor de centros húmedos, amor de madrugadas, vienes, me llenas de brocales, y toda yo soy un brocal en que tus labios vienen a beber.
Este agua oscura que me nace entre las ingles, este bordado que llevo entre los pechos, tienen la marca del insomnio.
En las grutas más hondas, en las cavernas más profundas, late la oscuridad, y se encarna en mí, en mis menstruaciones, esa sangre que es mi ofrenda y mi tributo a la esclavitud de un deseo que es eterno y monstruoso.
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