Amor, ¿has visto dónde la muerte se detiene? Va con plumas, y con un manto cubre las estrellas. Todo está oscuro, menos tus ojos.
La muerte se desnuda y es un vacío, es una nada que nos mira, que nos pide un susurro, una palabra que diga que la amamos, que se impregne de tormenta, de lluvia que amanece en el portal, y en su desintegración vemos cómo es de negra, cómo se confunde con la noche, en el letargo de la noche, cómo hiberna entre telares y se espera, y como sus manos nos conducen a ese éxtasis primero donde las ingles se desnudan.
Amor, te amo como te ama la muerte, con la misma necesidad, la misma espera, el mismo beso que te da yo te lo doy, el mismo cerco invisible junto a ti, la misma sangre que riega los omóplatos, la misma espalda que se desvanece entre los árboles marchitos, las flores secas.
Amor, qué cañada se desborda, el mismo tiempo se desborda en su inmediatez, y yo soy como el augur de los corderos, me desangro mientras te doy la misma luz del sol poniente.
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