Amor, transcurro entre tus labios, entre la transparencia. ¿Qué ocurre cuando las nubes están bajas? ¿Quién las ordeña, quién las señala, quién las magnifica?
Preñadas están de ti, de la guía monocorde del silencio, de la atalaya donde miro por las noches y veo cómo se comen la blancura.
Amor, qué significan las estrellas que me laten en el pecho, qué alrededores me consienten reflejar las huellas que dejé en los exilios más recónditos, en los bulevares encerrados en domingo, cuando las aves se posan en el frío y pueden mirar los ojos ciegos de los ángeles.
Amor de amores, que le rezas a la sed y al quebranto de la sed, a la homilía y a la nada, dime si en tus palabras puedo comprender el fuego que se inscribe con la voz.
Amor, me llevas a esa quijada en que los huesos se rompieron, junto a la piel en que se enarboló la hierba, y en tus labios vi crecer las hojas, y en tus ojos, como si en tu mirada pudiera ver los árboles encarnados en noviembre.
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