Amor, en este cielo hay otro cielo enceguecido. Hay una senda que a sí misma se eleva por encima del núcleo: es la partícula de la nada, la que tiene fiebre y muere entre tus brazos.
Amor, me sostiene tu mirada, el centro de esos ojos que miran en el beso, y en esa mirada se te cuela el crujir de la rama humedecida, el sabor de la tormenta que es salado. Es el agua del mar la que nos cubre de pureza.
Amor que redoblas tu carne, que avanzas por el sendero que quebró el destino que se anuncia en sones de trompeta, amor que llevas en ti el vino consagrado, la misma vid de que nació, dime si en entre mis piernas se abre el misterio que me lleva a descifrar las runas que me surgen en los dedos.
Amor loco, amor que sabes las palabras, las conoces y convocas, es en tu memoria que la sangre destila el agua de mi cuerpo, que mi cuerpo desvanece la sustancia de tu carne, que la materia se encarna en el Verbo y que el Nombre vive por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario